jueves, 1 de febrero de 2018

Musée Yves Saint Laurent - Marrakech


Rue Yves Saint Laurent
40090 Marrakech
Maroc

www.museeyslmarrakech.com/

Marraquech es una ciudad cargada de mitos y sofisticación. Para muchos es la última gran ciudad antes del desierto. Pero tal vez habría que decir que es la primera capital después de esa especie de mar que es el Sahara. Como en tantos países,
las novedades, la nueva savia de la que se han alimentado llega desde el mar. En Marruecos ha llegado a través del desierto llevada por tribus cuya energía irradió desde Marrakech hacia el norte.

La llamada de Marrakech, su secreta energía, la sofisticación de ese silencio que procede del desierto ha penetrado en Europa precisamente allí donde la sofisticación es un signo de identidad. Los propietarios de Yves Saint Laurent, la marca de lujo
asentada en el mundo de la moda, abrieron en la ciudad un museo en un edificio de nueva construcción donde dejar su huella.

Todo empezó en 1980 cuando comprraron el Jardín Majorelle. Jacques Majorelle, pintor, francés, dedicó
cuarenta años a crear un bello jardín donde el sonido del agua discurriendo por pequeñas acequias, la sombra de árboles exóticos, el color de las flores, la fragancia de las hierbas olorosas y la arquitectura morisca del palacete pintado del azul intenso que utilizan
los moradores del Atlas crean un entorno casi mágico. Los nuevos propietarios recuperaron el jardín, en riesgo de desaparición, y crearon un museo bereber donde conservar excelentes muestras de las artes tradicionales del lugar.

Luego vino el museo importante, un edificio nuevo donde exponer la colección permanente de trajes y bocetos creación de Yves Saint Laurent y donde presentar exposiciones temporales de fotógrafos que trabajaron con Yves Saint Laurent y de
obras de artistas en línea con el espíritu de la Fundación que ampara la iniciativa entera.

Yves Saint Laurent y Pierre Bergé -cofundador de la marca de moda, industrial y mecenas- descubrieron Marrakech y se enamoraron
de la ciudad. Quedaron seducidos por su encanto. Percibieron el riesgo de que se perdieran piezas importantes de su tradición y emprendieron una vasta labor de recuperación. En el Museo Yves Saint Laurent y el Jardín Majorelle han dejado su decisiva impronta.

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