Casi todos los países –al menos los de nuestro entorno- se sienten en la obligación de apoyar el arte promoviendo a sus propios artistas mediante la creación de alguna suerte de ‘museo nacional de arte contemporáneo’. En Austria no es éste el caso.
Por eso ha tenido tanta importancia que un hombre de negocios se pusiera en el papel de mecenas y creara, a partir de su propia colección, que comprende varios miles de obras, lo que normalmente –en Europa, cuando menos- se considera deber del Estado: un auténtico museo de arte contemporáneo. Quienes además de los genios del barroco o del modernismo quieran conocer a los más reconocidos creadores del panorama artístico de Austria a partir de los años 40 van a tener, ahora, la ocasión de hacerlo visitando Klosterneuburg, a muy pocos kilómetros de Viena.
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