miércoles, 22 de enero de 2014

Puzzling World


Wanaka - Nueva Zelanda

http://www.puzzlingworld.co.nz

Una cosa es lo que cada cual ve y otra lo que le muestra su cerebro. El cerebro está entrenado para corregir las imágenes, interpretarlas, reconocerlas y darles sentido. Pero por eso mismo, porque lo suyo es procesar información,
puede ser manipulado en este proceso y generar resultados engañosos.

Un centro de ocio en Wanaka -en la isla del sur- se ha ocupado de construir a gran escala esos escenarios que llevan al cerebro a confundirse y a mostrar como si fueran reales cosas que los ojos
no ven. Objetos con los relieves imposibles, habitaciones donde lo que hay en su interior cobra dimensiones irreales, lugares donde personas y cosas no se sostienen en vertical sino inclinadas ... Todo un juego de apariencias y de engaños se hacen realidad y permiten pasar un buen rato jugando entre el asombro y la sorpresa.


En el exterior, el laberinto, que se anuncia como 3D y que además de complicados pasillos tiene puentes para pasar de unos a otros, añade más ocasiones que ponen a prueba las dotes de memoria, de cálculo y de orientación de cada cual para salir de su embrollo.

Pero el entretenimiento no termina ahí. Una gran sala dotada de mesas y de sillas permite a quienes acuden al lugar ejercitarse con los numerosos juegos de inteligencia que se ofrecen a los que quieran pasar un buen rato. Puzles
de los tipos más ingeniosos, piezas de complicado encaje para construir figuras imprevistas, objetos para montar y desmontar de apariencia imposible ocupan el tiempo de los visitantes que empiezan probando y terminan embobados, apurando
toda su capacidad lógica y acabando por pedir socorro a los monitores -que no siempre pueden con la dificultad que se les plantea y acaban por recurrir a la ayuda de un ordenador.

Quienes deseen probar una atracción cuya adrenalina no tiene su origen en un vértigo físico sino mental, encontrarán en Wanaka el mejor modo de hacerlo y de disfrutar con ella más de lo que se imaginan.

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lunes, 13 de enero de 2014

Museum in the Kulturbrauerei


Knaackstraße 97
D-10435 Berlin - Alemania


http://www.hdg.de/fileadmin/static/english/berlin/


Un nuevo museo acaba de abrir en Berlín. Un museo político y también de 'vida'. Un museo de la memoria para que quede constancia de lo que fue el pasado reciente de la República Democrática Alemana.

De hecho, ya existía uno
bajo la iniciativa de un emprendedor visionario que vio que la Alemania comunista podía convertirse en una atracción para nostálgicos y para curiosos. Ahora es una entidad con un claro sello institucional quien entra en juego con una mirada menos complaciente y más política.

Como el primero de los museos, el que se inaugura ahora se propone también huir de lo que podríamos llamar un tostón. Es un escaparate de lo que fue la vida cotidiana. Recuerda los productos que había en las despensas domésticas con sus etiquetas antiguas, los
electrodomésticos que debían hacer felices a las amas de casa en el paraíso socialista, los Travan, esa especie de Seat 600 que hizo las delicias de quienes tuvieron la suerte de sumarse a la era del automóvil y algunas otras muestras de inventos extravagantes que debían
sacar brillo y esperanza a mayor gloria del ingenio popular.

Con una buena colección de objetos originales, películas y documentos la exposición 'La vida cotidiana en la RDA' recrea un mundo de penumbra y recuerda la aspiración de tantos alemanes del este
de tener supermercados, aparatos para el hogar y coches como los que tenían sus parientes del lado occidental.

Los críticos con el museo dicen que no todo estaba tan mal en la República Democrática y que lo que ahora se expone tiene un
punto de maldad porque está hecho para recordar lo malo y nada de lo bueno. Es cierto. El hecho es que pasados ya unos buenos años, esa recreación de la Alemania Oriental sorprende y se ve tanto como un horror como con una sonrisa en
los labios. A la Alemania del Este le toca penar con una imagen que no es nada buena y que se trata de no ocultar, pero desde el punto de vista de la experiencia y de la cultura al espectador el nuevo museo le permite regresar a lo que fue la mitad Alemania al cabo de la Segunda Guerra Mundial y también a lo que fue Europa durante tantos años dividida en dos bloques que parecía que nunca se iban a reconciliar.

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