Ronda de Sant Antoni 29 - Barcelona
Justo en lo que era el límite de las murallas de Barcelona se instaló a mitad del siglo XIX una importante fábrica de cervezas: la Moritz. Fue la más grande de la ciudad, la única que ganó una medalla de oro en la Exposición Universal de 1888 y la cervecería que abrió al público se convirtió en la sede de las reuniones
y celebraciones de un Barça que justo acababa de nacer.
y celebraciones de un Barça que justo acababa de nacer.
El artífice de todo ello era alsaciano y su familia continuó con el negocio hasta finales del siglo XX. ¿Qué pasó entonces? Pues que el mundo de las cervezas era muy complicado y que adaptarse exigía mucho ánimo y determinación. Por supuesto, la vieja fábrica, que con el crecimiento de la ciudad quedó en medio de Barcelona, tampoco era de gran ayuda. Más bien estaba llena de inconvenientes.
Pero la rueda gira y los nietos de Louis Moritz decidieron recuperar la marca, la fabricación de la cerveza y la vieja fábrica. Y para esta última pidieron ayuda a Jean Nouvell, en el convencimiento de que una empresa tan ambiciosa exigía mirar al futuro y asegurarse de que una instalación que fue un hito
para la ciudad en el siglo XIX volviera a serlo en el XXI.
para la ciudad en el siglo XIX volviera a serlo en el XXI.
En el antiguo local, muy cerca de donde el sombrerero de La sombra del viento tenía su comercio, Moritz ha abierto su cervecería totalmente renovada, con la sensibilidad
más actual. Nouvel ha jugado con el contraste de lo nuevo y de esa arquitectura industrial que hoy es un patrimonio cultural de primer orden. Los depósitos de fermentación en brillante cobre forman parte del paisaje interior que discurre entre luces y ambientes en color
cuidadosamente tamizados. Pero se ha cuidado también el espacio exterior construyendo un jardín vertical que añade variedad al conjunto, representa un encuentro de la ciudad mineral con la naturaleza y es un recuerdo a esta Barcelona abigarrada en cuyos barrios antiguos siempre convivieron la gente
y la industria, buscando cada uno espacios donde desenvolver su propia vida.
más actual. Nouvel ha jugado con el contraste de lo nuevo y de esa arquitectura industrial que hoy es un patrimonio cultural de primer orden. Los depósitos de fermentación en brillante cobre forman parte del paisaje interior que discurre entre luces y ambientes en color
cuidadosamente tamizados. Pero se ha cuidado también el espacio exterior construyendo un jardín vertical que añade variedad al conjunto, representa un encuentro de la ciudad mineral con la naturaleza y es un recuerdo a esta Barcelona abigarrada en cuyos barrios antiguos siempre convivieron la gente
y la industria, buscando cada uno espacios donde desenvolver su propia vida.
Moritz recuperando una parte de la antigua fábrica, se ha convertido en un centro gastronómico de primer orden y es ahora un local espectacular y único. El suelo que ocupa se ha dividido en espacios
conceptualmente distintos para dar cabida a la cervecería, a un "bar à vins", a una tienda dedicada a los productos de la marca y la cerveza, a otra tienda orientada a objetos de diseño que representan lo más innovador de la creación industrial... A primera vista es una iniciativa brillante de uno de los mejores arquitectos de la actualidad, pero es mucho más que esto porque su historia permite trazar un relato lleno de contenido y descubrir los caminos que permiten a la Barcelona de hoy enlazar con una larga y rica experiencia y con sus raíces en el pasado.
conceptualmente distintos para dar cabida a la cervecería, a un "bar à vins", a una tienda dedicada a los productos de la marca y la cerveza, a otra tienda orientada a objetos de diseño que representan lo más innovador de la creación industrial... A primera vista es una iniciativa brillante de uno de los mejores arquitectos de la actualidad, pero es mucho más que esto porque su historia permite trazar un relato lleno de contenido y descubrir los caminos que permiten a la Barcelona de hoy enlazar con una larga y rica experiencia y con sus raíces en el pasado.
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