Reinhardstrasse 20, Berlin Mitte
Berlín - Alemania
www.sammlung-boros.de/
Durante la guerra, el célebre Albert Speer, para proteger ese Berlín que debía durar mil años, se ocupó de construir unos edificios masivos a prueba de ataques aéreos. Macizos, de hormigón, con interiores tan reforzados como el exterior, soportaron sin derrumbarse la guerra entera y quedaron en forma de grandes moles como recuerdos tan difíciles de demoler que fue mejor conservarlos.
Muy pocos han sobrevivido. El de los Boros, que sirvió de refugio a los habitantes de Berlín, se empleó, terminada la guerra, como almacén de ropa y luego de plátanos aprovechando la humedad y la temperatura estable que garantizaban los enormes muros que lo separaban del exterior. Entrados en el siglo XXI los Boros lo compraron, instalaron arriba su vivienda ligera y transparente, con una vista sin límites sobre la ciudad en contraste con el resto del edificio. Y entraron con la piqueta en el interior. Una piqueta que ha modificado espacios pero que no ha evitado el carácter, a veces, opresivo, del lugar, ni la inquietante sensación de estar en el interior de una máquina de guerra.
La entrada empieza ya por no resultar evidente. Ningún anuncio facilita al visitante encontrarla. Y el acceso a la recepción disuade más que invita a pasar. Dentro, los trabajos han sido sobre todo de demolición. Se han tirado muros y se han abierto volúmenes de un interior donde todo era estrecho y de atmósfera agobiante. Ha sido una obra de excavación para ganar espacios y el resultado es para el visitante una experiencia que va a ser difícil repetir en otro lugar.
¿Y de la exposición? La exposición de las obras de la colección de los Boros es temporal y tiene mucho de 'instalación'. Por ello, la visita se organiza bajo petición previa, reserva de hora y con la explicación de una persona que acompaña la visita. Hacer un recorrido por la colección dura más de una hora y la reserva -por internet puede hacerse- permite conocer cuándo la colección está abierta al público y cuando no, porque los cambios de la obra expuesta, cada vez que se producen, obligan a cerrarla durante un par de meses para atender a las exigencias de las instalaciones.
La colección Boros resulta una experiencia insólita y de impacto poderoso. Quienes la visitan salen con opiniones contradictorias porque contradictorias son las sensaciones que produce. En todo caso merece la pena tenerla en cuenta porque se trata de algo único y sumamente atrevido en la visita a Berlín.
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