Hanoi - Vietnam
No es que Hanoi esté parado, es que mantiene algo de la atmósfera colonial, y sus jardines y parques la acercan más a la imagen poética que tenemos de Asia. Sin embargo, la ciudad se mueve y cuenta con un museo de cultura y bellas artes que es todo una modernidad.
Situado en los barrios nuevos de la capital, su edificio llama poderosamente la atención, aunque su estética es discutible, vista con ojos occidentales. Y vista también desde la concepción armónica del equilibrio. Porque el museo se plantea como una pirámide invertida, esto es, con la parte más estrecha apoyada en el suelo y la teórica base mirando al cielo.
Esta filigrana, sin embargo, no es gratuita. En primer lugar, debió pesar en el equipo -alemán- de arquitectos encargado del proyecto y en las autoridades, que resolvieron el concurso de adjudicación, la necesidad de hacer un edificio singular como apuesta por la modernidad de un país industrioso que mira al futuro. Pero por otro, la superficie más extensa situada en el cielo sirve de paraguas a las plantas inferiores y ayuda tanto a atenuar la iluminación como a mejorar el rendimiento energético del conjunto.
Además, esta configuración invertida da lugar en el interior del museo al desarrollo cada vez más amplio de los espacios a medida que se asciende de una planta a otra y permite también jugar con una rampa helicoidal que recuerda a la del Guggenheim de Nueva York y que comunica las distintas plantas de manera suave.
El museo sirve, por fin, para exponer en buenas condiciones una buena parte del patrimonio cultural de Hanoi -escultura, cerámica, madera, pintura...-. En un país lanzado al desarrollo, las prioridades habían sido las de reconstrucción, puesta en marcha de la economía y también la de recuperación de monumentos y restos antiguos. El nuevo museo da un paso adelante y señala una etapa distinta: es el signo de una superación del pasado formulada como una decidida apuesta por la cultura.
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